También en el siglo IV: la Navidad y la Epifanía

315 Tambe al segle IV

Junto con la Cuaresma, la Semana Santa, la Ascensión y Pentecostés, de las que hemos hablado en otro apartado, en el siglo IV tiene lugar también la incorporación de las fiestas de la Navidad y la Epifanía. Todos los tiempos y fiestas que se habían incorporado en aquel momento giraban en torno a la Pascua y por tanto dependían de las variaciones del día de Pascua, que se calcula según el calendario lunar. Ahora, estas nuevas fiestas se fijan en unas fechas concretas del calendario solar. Y esto hace que, mientras todas las otras celebraciones varían de fecha cada año, las del ciclo de Navidad, en cambio, se celebran en un día fijo.

¿Cómo nacen estas fiestas? Hacía ya tiempo que dentro de la comunidad cristiana se había ido forjando el deseo de celebrar el inicio de la presencia del Señor en medio de la historia humana. Y en el siglo IV este deseo pasa ya a concretarse en el calendario litúrgico. Eran épocas de discusiones duras con los arrianos, que negaban la divinidad de Jesús, y por tanto celebrar que Dios se había hecho hombre era una manera de reivindicar gozosamente esta divinidad cuestionada. Y, junto a ello, había también el hecho de que en los días del solsticio de invierno se celebraban en muchos lugares fiestas en honor del Sol, considerado como una divinidad por el sector de la población que aún seguía en el paganismo. Por tanto, situar en los días de estas fiestas del Sol la celebración de la venida al mundo del Sol verdadero, Jesús, era una buena manera de unirlo todo: la afirmación de la divinidad de Jesús y la reivindicación de la fe cristiana ante el paganismo.

Y así es como nace, en Roma, la fiesta de Navidad, el 25 de diciembre, y en Oriente, la fiesta de la Epifanía, el 6 de enero. Las dos fiestas celebran lo mismo: que Dios se ha hecho hombre en aquel niño de Belén, que Dios ha venido a compartir nuestra historia humana, y que se ha querido manifestar como luz y vida para todos.

Sin embargo, con el transcurrir del tiempo y a medida que las diversas liturgias incorporaron las dos fiestas, la del 25 de diciembre adquirió más el carácter de fiesta del nacimiento de Jesús y de la manifestación a los pastores, y la del 6 de enero la de la manifestación de Jesús a todos los pueblos de la tierra, representados en aquellos sabios extranjeros que llegan de Oriente.