Dios se hace hombre

331 deu es fa home

Sentido

La Navidad es sin duda la fiesta más popular del calendario cristiano, aunque de hecho no sea la más importante. La más importante es la Pascua, que es el centro del año litúrgico. El tiempo litúrgico de Navidad y Epifanía tiene su origen tres siglos más tarde de Jesús. Entonces solamente se celebraba la Pascua, el misterio pascual, pero más tarde se vio que la venida de Cristo en el mundo se merecía una celebración festiva ya que, si el acto redentor decisivo fue la muerte y la resurrección, la primera aparición de Jesús en el mundo también se tenía que considerar como un acontecimiento salvador de primer orden. En el momento de fijar una fecha, tanto en oriente como en occidente estuvo relacionada con la existencia de unas fiestas paganas en honor del sol y de la luz. Por tanto, celebramos el nacimiento de Jesús, el Hijo de Dios (Navidad) y su manifestación a todos los pueblos (6 de enero).

Desarrollo

El tiempo de Navidad y Epifanía se inicia la víspera del día 24 de diciembre, con las primeras vísperas de Navidad, y finaliza el día del Bautismo del Señor, el domingo siguiente a la solemnidad de la Epifanía. Cabe decir que el calendario de las celebraciones de Navidad y Epifanía es complejo. En primer lugar, las fiestas principales no se celebren en domingo sino en días fijos: así, el Navidad se celebra el día 25 de diciembre; la solemnidad de santa María se celebra el día 1 de enero y la solemnidad de la Epifanía del Señor se celebra el día 6 de enero.

Empieza el día 25 de diciembre con la solemnidad de la Natividad del Señor. Aquí ya nos encontramos con una primera peculiaridad, que es el hecho de tener cuatro misas: la de vigilia, la de la noche, la de la aurora y la del día, que es la más importante. Las lecturas de este día se pueden intercambiar. Sigue la Octava de la Navidad, que son los días feriales que van de la solemnidad de Navidad a la solemnidad de santa María: los tres primeros días recordamos santos muy próximos a Jesús, como son san Esteban (26 de diciembre), san Juan Evangelista (27 de diciembre) y los santos Inocentes (28 de diciembre). Decir, también, que el domingo que hay entre Navidad y el año nuevo celebramos la fiesta de la Sagrada Familia de Jesús, María y José. Cuando no hay ningún domingo entre Navidad y año nuevo, la fiesta se celebra el día 30 de diciembre.

El día 1 de enero, ocho días después de Navidad, celebramos la solemnidad de santa María, Madre de Dios, que es la fiesta litúrgica de la Virgen María más antigua del rito romano. El domingo que cae entre el día 1 y el día 6 de enero celebramos el segundo domingo después de Navidad.

El día 6 de enero celebramos la segunda gran fiesta del tiempo de Navidad, que es la Epifanía del Señor. En ella celebramos la manifestación de Jesucristo a todas las naciones. El domingo después del día 6 de enero celebramos la fiesta del Bautismo del Señor, en la que también se manifiesta Jesús justo antes de iniciar su misión salvadora y es el día en que se concluye el tiempo litúrgico de Navidad y Epifanía.

Vida cristiana

La Navidad siempre ha tenido un gran eco y una gran repercusión fuera del contexto cristiano: son unas fiestas y unos días cargados de simbolismo y sensibilidad; son días de gozo, de fiesta, de familia, de recuerdos, de alegrías, de emociones a flor de piel. El ambiente festivo externo nos lo facilita: las luces, el belén, los villancicos, los otros signos navideños, etc. Para los cristianos, la Navidad se tiene que vivir también con los mismos sentimientos de gozo, pero a la vez un gozo cristiano, de sentirnos salvados por Dios, que se hace hombre por nosotros. Para vivir interiormente la Navidad, nos pueden ayudar algunos signos externos: en primer lugar, el ambiente festivo en la iglesia, con el belén, flores, luces, colores blancos y dorados, los cantos. Un segundo elemento es vivir y transmitir la ternura de Dios y esto se traduce en traer alegría y esperanza a nuestro mundo aunque haya dificultades y a la vez tener muy presentes a los pobres, ayudándolos y también nosotros intentando ser austeros (aunque esta es una actitud que deberíamos tener todo el año, no sólo por Navidad). Otro elemento es el de encontrar espacios de interioridad, intensificando nuestra oración, haciendo el belén, el árbol de Navidad, cantando villancicos, entre otros elementos.