Las lecturas de los domingos de Pascua

312 Les lectures dels diumenges de Pasqua

Ciclo A

Las lecturas escogidas para el ciclo A forman, en conjunto, una descripción fundamental de la comunidad primitiva.

En lo que se refiere a las primeras lecturas, el domingo de Pascua leemos el anuncio fundamental de la fe: la vida de Jesús, su muerte y resurrección y su señorío universal. En el segundo domingo podemos ver la presencia y misteriosa actividad congregadora del Señor. Los dos domingos siguientes están dedicados a la construcción de la comunidad; esta se forma a partir de la predicación de Pedro referente a Jesús, cumplimiento de las Escrituras (tercer domingo), a la que responde la fe y la conversión y el bautismo, por el cual crece la comunidad (cuarto domingo). En el quinto domingo vemos la estructura ministerial de la comunidad (los apóstoles, los siete colaboradores) y el sexto domingo explica la formación de la nueva comunidad de Samaria y la comunicación del Espíritu por medio de los apóstoles. Por tanto, vemos los agentes decisivos del crecimiento de la comunidad: el Espíritu y los apóstoles.

En lo que atañe a las segundas lecturas, en el domingo de Pascua se pueden escoger, en los tres ciclos, entre dos posibles lecturas sobre las consecuencias de la Pascua en el comportamiento cristiano. Luego, a partir del segundo domingo, se hace una lectura continua de la primera carta de san Pedro, que es una exhortación a la vida cristiana en un mundo adverso. Solo se interrumpe la lectura continua en el cuarto domingo, para enlazar la segunda lectura con el evangelio del buen pastor. El tema del segundo domingo es la vida regenerada, fruto de la resurrección del Señor. El tercer domingo se centra en la actitud del cristiano, con un respeto amoroso y filial a Dios. El cuarto domingo trata de las dificultades del cristiano, que nos unen más a Cristo, buen Pastor. El quinto domingo habla del hecho de que la comunión con Cristo nos hace comunidad y el sexto domingo que esta comunión con Cristo debe comportar en nosotros el testimonio de esperanza y no de cobardía.

Finalmente, en los evangelios, contemplamos las apariciones de Jesús, el Pastor, la comunión de vida con Jesucristo, la promesa del Espíritu y la plegaria sacerdotal de Jesús. En el primer y segundo domingo, los evangelios no varían en los tres ciclos: en el primero, vemos la visita de María Magdalena, Pedro y el discípulo amado al sepùlcro vació, y en el segundo, vemos la aparición al anochecer del día de Pascua y a los ocho días, para acentuar el sentido del domingo cristiano. En el tercer domingo contemplamos la aparición a los discípulos de Emaús. El cuarto domingo nos habla siempre del buen Pastor. El quinto, de Jesucristo como camino, verdad y vida. Por su parte, el sexto domingo nos explica la promesa del Espíritu, el Defensor. Finalmente, en el domingo de la Ascensión contemplamos el final del evangelio de Mateo, la promesa de Jesús, que está presente siempre en la comunidad hasta el final de los tiempos.

Y en Pentecostés, la primera lectura es la misma en los tres ciclos y nos habla de la venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles y cómo todo el pueblo –que provenía de muchos países y lugares– los podía entender en su propia lengua. La segunda lectura trata del bautismo para formar un solo cuerpo y, en el evangelio, Jesús envía a sus discípulos en misión, dándoles su Espíritu Santo.

Ciclo B

En la primera lectura, leemos los Hechos de los Apóstoles, centrados este ciclo en la figura de Pedro, leyendo sus discursos los domingos primero, tercero, cuarto y sexto. En el primer domingo leemos el kerigma fundamental de Pedro, la vida de Jesús, su muerte y resurrección y su señorío universal. En el segundo domingo contemplamos la vida de la primera comunidad cristiana, sobre todo la unidad que hace que no haya pobres y los milagros de los apóstoles. Los dos siguientes domingos escuchamos dos discursos de Pedro: el tercer domingo el dirigido al pueblo y el cuarto, a los magistrados. En el quinto domingo entra en escena Saulo, presentado por Bernabé, y en el sexto contemplamos la llegada del evangelio a los pueblos paganos, con la conversión del centurión Cornelio. En los domingos de la Ascensión y de Pentecostés volvemos nuevamente al inicio de las primeras comunidades, con los relatos de los acontecimientos que celebramos en estos dos días.

En lo que atañe a las segundas lecturas, en el domingo de Pascua se pueden escoger, en los tres ciclos, entre dos posibles lecturas sobre las consecuencias de la Pascua en el comportamiento cristiano. Luego, a partir del segundo domingo, y durante cinco domingos, leemos la primera carta de Juan, que nos habla de la encarnación de Cristo y las consecuencias que esto comporta para la vida cristiana. En el segundo domingo, se nos habla de que por la muerte de Jesucristo hemos nacido de nuevo y hemos vencido al mundo; en el tercero, el cristiano no debe pecar y, si peca, puede encontrar perdón; en el cuarto, somos hijos de Dios y llegaremos a ser semejantes a él; en el quinto, su mandamiento es que creamos y amemos, pero Dios siempre es más grande y, en el sexto, Dios es amor, Dios nos ha amado primero. Finalmente, en la Ascensión leemos la soberanía de Cristo y en Pentecostés, los dones del Espíritu.

En lo que se refiere al evangelio, en el primer domingo escuchamos el descubrimiento del sepulcro vacío con María Magdalena, Pedro y el discípulo anónimo que “vió y creyó” y en el segundo domingo la doble aparición de Jesús a los discípulos, primero sin Tomás y a los ocho días con Tomás. En el tercer domingo, vemos la aparición de Jesús en el cenáculo según Lucas. En el cuarto domingo contemplamos el capítulo 10 de san Juan, con la figura del buen Pastor, que da la vida por sus ovejas. En el quinto y sexto domingos leemos el capítulo 15 de Juan: Jesús verdadera vid, la unión con él, el fruto, el amor, la alegría, la misión. En el domingo de la Ascensión contemplamos el final del evangelio de Marcos y en Pentecostés el don del Espíritu del Resucitado a los discípulos. (Nótese que para el domingo de Pentecostés hay unas lecturas optativas para los ciclos B y C, pero parece mejor utilizar las clásicas del A, en que Jesús resucitado da el Espíritu a los discípulos, porque expresan más claramente el sentido de esta solemnidad).

Ciclo C

En las primeras lecturas, que son de los Hechos de los Apóstoles, contemplamos como hilo conductor el testimonio de los apóstoles: en el primer domingo, Pedro en casa de Cornelio; en el segundo domingo, los que iban creyendo se iban añadiendo a la comunidad eclesial; en el tercer domingo, Pedro ante el Sanedrín; en el cuarto y quinto domingos, Pablo y Bernabé en Antioquía o Iconio y en el sexto domingo encontramos la problemática de la circuncisión de los paganos y la celebración, como consecuencia, del Concilio de Jerusalén. En la Ascensión y Pentecostés, leemos los relatos de estos acontecimientos según los Hechos de los Apòstoles.

En las segundas lecturas, en el domingo de Pascua se pueden escoger, en los tres ciclos, entre dos posibles lecturas sobre las consecuencias de la Pascua en el comportamiento cristiano. Luego, a partir del segundo domingo, seguimos el libro del Apocalipsis. La breve selección que leeremos de este libro nos ofrece testimonios del Cristo pascual: “Estaba muerto y, ya ves, vivo” (segundo domingo), los salvados le cantan un cántico de alabanza (tercer domingo), la visión de la comunidad del cielo que ha pasado la tribulación y ya goza del agua de la vida (cuarto domingo), el cielo nuevo y la tierra nueva (quinto domingo) y la visión de la ciudad santa de Jerusalén (sexto domingo).

En los evangelios, encontramos como hilo conductor a Cristo, presente en su comunidad, por su Espíritu y con una mirada a la vida sacramental de esta comunidad, no solo en el bautismo y la confirmación en Pascua sino también en la Eucaristía y en la reconciliación. Así pues, en el primer domingo contemplamos la escena del sepulcro vacío y la fe del discípulo amado; en el segundo domingo, la aparición de Jesús el día de Pascua y luego a los ocho días con Tomás; en el tercer domingo, contemplamos la escena de la aparición junto al lago y la pesca milagrosa; en el cuarto domingo, la figura del buen Pastor, del capítulo 10 de san Juan; en el quinto domingo, vemos la cena de la despedida de Jesús, con el mandamiento del amor fraterno y en el sexto domingo la promesa del Espíritu. En la Ascensión leemos el final del evangelio de Lucas, con la escena de Jesús subiendo hacia el cielo y los apóstoles bendiciendo a Dios en el templo. Finalmente, en Pentecostés, vemos a Jesús dando su Espírtitu a los apóstoles y enviñándoles a continuar su obra. (Nótese que para el domingo de Pentecostés hay unas lecturas optativas para los ciclos B y C, pero parece mejor utilizar las clásicas del A, en que Jesús resucitado da el Espíritu a los apóstoles, porque expresan más claramente el sentido de esta solemnidad)