La Hora Menor

Sexta
La Hora intermedia (u Hora menor): Tercia, Sexta y Nona

Según una tradición muy antigua, los cristianos fundamentaron la costumbre de orar en determinados momentos del día, en forma privada, y hasta en mitad del trabajo, a imitación de la Iglesia apostólica; esta tradición se expresó de maneras diversas y, a lo largo de los siglos, cristalizó finalmente en formularios litúrgicos. La praxis litúrgica oriental y occidental ha conservado la oración de Tercia, Sexta y Nona, principalmente porque estas Horas enlazaban con el recuerdo de la pasión del Señor y de la primera predicación del Evangelio.

El Concilio Vaticano II determinó que se conservaran en el Oficio coral las Horas menores, Tercia, Sexta y Nona. Es recomendable que el uso litúrgico de recitar las tres Horas se conserve, por parte de aquellos que llevan una vida contemplativa; se aconseja también a todos, especialmente en ocasión de un retiro espiritual o de reuniones pastorales. En los demás casos, se puede escoger una sola de estas tres Horas, la más apropiada a la hora del día en que se reza, de manera que se conserve la tradición de orar durante el día en medio del trabajo.

La disposición de las Horas de Tercia, Sexta y Nona tiene en cuenta los que solamente celebran una Hora (“Hora intermedia”) y los que por deber o por libre elección celebran las tres.

La Tercia, Sexta y Nona o la hora intermedia se empieza por el verso “Señor, ven en mi auxilio” con el “Gloria al Padre. Como era”, y fuera del tiempo de Cuaresma, con el aleluya. Después se canta el himno apropiado a la Hora. Se recita a continuación la salmodia, se hace la lectura breve y se dice el verso. La Hora termina con la oración conclusiva y, al menos en la celebración comunitaria, con la aclamación “Bendigamos al Señor” y la respuesta “Demos gracias a Dios”.

A cada Hora se asignan himnos y oraciones que, de acuerdo con la tradición, respondan al tiempo real, para facilitar mejor la santificación de cada tiempo y momento; por eso, los que rezan solamente una Hora tienen que escoger los formularios que le son más propios. Las lecturas breves y las oraciones, además, varían según el día, el tiempo o la fiesta.

Se proponen dos salmodias: la ordinaria y la complementaria. Si sólo se dice una Hora, se recita la ordinaria. Si se dicen más Horas, en una de las Horas se recita la ordinaria y en las otras se puede usar o bien la salmodia complementaria o bien, en una Hora, la salmodia ordinaria de la semana anterior i, en la otra Hora, la salmodia ordinaria de la semana siguiente.

La salmodia ordinaria consta de tres salmos, o de tres fragmentos de salmos, cuando serían demasiado largos, que figuran en el ciclo de las cuatro semanas y tienen antífonas propias, si no se indica otra cosa a su lugar. En las solemnidades, el Triduo Pascual y los días dentro la octava de Pascua, las antífonas son propias y los salmos se toman de la salmodia complementaria, si no es que haya salmos especiales o la solemnidad se celebre en domingo; en este caso, los salmos se toman del domingo de la semana I.

La salmodia complementaria consta de tres ternas de salmos, escogidos de entre los llamados “salmos graduales”.